Los estadounidenses se encuentran en la víspera de una elección presidencial histórica que podría definir el futuro político del país. Este martes, la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, de 60 años, se enfrenta al expresidente republicano Donald Trump, de 78, en una carrera que promete ser reñida y llena de incertidumbre. Con más de 82 millones de votantes que ya han ejercido su derecho al sufragio anticipado, las largas filas en los colegios electorales reflejan la participación masiva y el interés en esta contienda, que muchos consideran crucial para el rumbo de la nación.

La atención se centra en siete estados clave que podrían decidir al ganador: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada. En estos lugares, las encuestas muestran un empate, lo que aumenta la tensión entre los dos candidatos. A lo largo del día electoral, ambos han realizado declaraciones. Trump, tras votar en Florida, manifestó su confianza en la victoria, afirmando que "si pierdo unas elecciones, si son unas elecciones justas, sería el primero en reconocerlo", a pesar de sus constantes acusaciones sobre posibles irregularidades.

Harris, por su parte, utilizó las redes sociales para instar a la población a salir a votar, resaltando la importancia de la participación ciudadana. En medio de esta polarización política, la ciudadanía se manifiesta en diferentes puntos de vista: algunos apoyan la visión de Harris de construir un país más unido, mientras que otros se alinean con la retórica de Trump, que ha hecho de la seguridad en la frontera su principal bandera de campaña.

Independientemente del resultado, el contexto de esta elección es inédito. Si Harris gana, se convertiría en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, además de ser la primera de ascendencia surasiática y africana. Por el contrario, si Trump logra regresar a la Casa Blanca, se convertiría en el primer presidente en obtener un segundo mandato no consecutivo desde Grover Cleveland en 1893.

Ambos candidatos han enfatizado sus diferencias, con Trump intensificando su crítica hacia Harris, a quien ha calificado de "lunática radical de izquierda", mientras que ella lo ha llamado "fascista". Esta polarización ha permeado no solo la campaña electoral, sino también la sociedad estadounidense, que se muestra dividida.

El escenario electoral está marcado por una serie de desafíos, incluidas denuncias de acciones legales por parte de ambos partidos y la preocupación por la seguridad en los colegios electorales. Este clima de tensión se ve reflejado en las medidas de seguridad implementadas en Washington, donde barreras metálicas han sido colocadas alrededor de la Casa Blanca y el Capitolio, recordando a los ciudadanos los disturbios del 6 de enero de 2021.

Los resultados de la elección se anticipan con ansiedad, ya que para ser elegido presidente no solo es necesario obtener la mayor cantidad de votos, sino alcanzar los 270 votos en el Colegio Electoral, compuesto por 538 delegados. También está en juego el control del Congreso, con la renovación de todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, lo que puede afectar significativamente la capacidad de gobernanza del futuro presidente.

A medida que avanza el día, el país observa de cerca, consciente de que el resultado de esta elección tendrá repercusiones que van más allá de las fronteras estadounidenses, influyendo en asuntos internacionales, conflictos geopolíticos y el debate sobre el cambio climático, un tema que Trump desestima como una "falacia". Con un panorama tan incierto y cargado de emociones, Estados Unidos se prepara para una noche electoral que promete ser larga y decisiva.