El caso de un asesinato en Uruguay en 2018 expuso irregularidades que terminaron beneficiando a Marset, ahora prófugo y buscado a nivel internacional.

Sebastián Marset fue imputado por el homicidio de Alfredo Simón Rondán, un amigo de su infancia, en el balneario Las Toscas, Canelones. Marset fue acusado como autor del asesinato, pero con el tiempo, el expediente de la investigación se fue vaciando de pruebas hasta que finalmente fue absuelto.

El 7 de agosto de 2018, Rondán fue asesinado tras recibir cuatro disparos en la rambla costanera de Las Toscas. Su cuñado fue testigo del ataque, que sucedió tras una emboscada en la que un hombre salió de las dunas y disparó contra la víctima. Marset, quien había sido citado a encontrarse con Rondán, afirmó que no pudo asistir al encuentro y destruyó su celular, impidiendo su peritaje.

A pesar de que las cámaras de seguridad ubicaban a Marset en el lugar del crimen, fue sobreseído debido a la falta de pruebas. El expediente que inicialmente contenía suficientes indicios en su contra fue desvaneciéndose a medida que desaparecieron documentos clave, entre ellos el audio de la declaración de Marset y otros elementos relevantes. La Fiscalía de Atlántida ordenó una investigación interna sobre la pérdida de pruebas, que terminó con el inicio de un sumario a una funcionaria por irregularidades en el proceso.

Durante la investigación, se constataron más anomalías, como la omisión del rastreo del celular de Marset y la desaparición de imágenes de cámaras de seguridad ofrecidas por la familia de la víctima. Esto dejó a la Fiscalía sin los elementos necesarios para acusarlo, lo que llevó a su absolución.

La jueza Cristina Falcomer, quien supervisó el caso, admitió que con el paso del tiempo las pruebas en contra de Marset se desvanecieron, lo que la obligó a cerrar el expediente. Marset, quien actualmente es uno de los narcotraficantes más buscados de la región, quedó absuelto de un crimen que ahora está bajo la lupa por la desaparición de pruebas y la manipulación del caso.