En medio de la diversidad que caracteriza a Queens, la tierra de su juventud, Donald Trump parece distanciarse de la realidad. A pesar de que este condado es un ejemplo de la riqueza multicultural que define a Estados Unidos, el expresidente ha declarado que los inmigrantes "envenenan la sangre de nuestro país". Tales afirmaciones, sumadas a sus planes antiinmigración, sugieren un acercamiento preocupante al fascismo, según algunos observadores.

Si bien Queens se erige como un crisol de nacionalidades y culturas, Trump propone políticas que podrían resultar en la búsqueda y deportación masiva de inmigrantes indocumentados, construyendo campamentos para concentrarlos. Estas medidas, junto con su retórica antidemocrática, plantean no solo preocupaciones éticas sino también la posibilidad de un desastre económico.

Contrario a la creencia de algunos partidarios de Trump, la deportación masiva no necesariamente beneficia a los trabajadores estadounidenses. Expertos señalan que esta política podría conducir a una escasez de mano de obra, afectando negativamente a la economía. Aunque figuras como Stephen Miller afirman que los trabajadores locales verían salarios más altos, la realidad económica sugiere lo contrario.

La contribución de los inmigrantes al crecimiento económico es innegable. Desde 2007, más de la mitad del aumento en la fuerza laboral estadounidense proviene de trabajadores nacidos en el extranjero. Este aporte es vital para abordar las necesidades de una población que envejece y sostener el crecimiento económico.

A pesar de la preocupación sobre la posible disminución de salarios en la parte inferior debido a la inmigración, estudios indican que esto no sucede en la práctica. Incluso los inmigrantes con menor educación a menudo complementan, en lugar de reemplazar, a los trabajadores nativos.

En resumen, la retórica y las políticas antiinmigrantes propuestas por Trump podrían no solo socavar los principios fundamentales de libertad y diversidad que definen a Estados Unidos, sino también tener consecuencias económicas negativas. Si bien hay preocupaciones legítimas sobre la gestión de la inmigración, un rechazo radical a la misma podría resultar en un menoscabo de la grandeza que ya caracteriza al país.