David Alaba atraviesa una etapa complicada en su carrera. El defensor austriaco, que llegó al Real Madrid en 2021 como referente y campeón europeo, ha quedado relegado a la sombra tras un largo historial de lesiones que lo apartaron de la élite. Desde diciembre de 2023, cuando sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda ante el Villarreal, su proceso de recuperación ha sido tortuoso y plagado de recaídas.

Aunque en enero de 2025 intentó volver a la actividad, su participación fue mínima: apenas disputó 14 partidos y acumuló 601 minutos en toda la temporada. Su retorno se vio nuevamente frustrado por una rotura de menisco en abril y, más tarde, por otra lesión muscular durante el Mundial de Clubes en Estados Unidos.

Hoy, el nombre de Alaba genera más dudas que certezas en Valdebebas. Superado en la rotación por Rüdiger, Militão, Huijsen y Asencio, su rol deportivo ha perdido peso, mientras que su salario —12,5 millones de euros anuales— representa una carga elevada para el club. Si bien el Madrid valora su liderazgo dentro del vestuario, no descarta una salida este verano para liberar espacio en la plantilla.

Alaba, por su parte, no tiene intenciones de marcharse. Su objetivo es recuperar su mejor versión con miras al Mundial de 2026 y agotar su contrato vigente hasta junio de ese año. Pero su futuro dependerá de una recuperación completa, tanto física como competitiva. El dilema está planteado: ¿debe el club confiar en su experiencia o abrirle la puerta para mirar hacia nuevas generaciones?