El avance de la Inteligencia Artificial (IA) ha transformado radicalmente las dinámicas educativas, facilitando el acceso a la información y optimizando la elaboración de tareas académicas. No obstante, expertos advierten que su uso excesivo y sin supervisión puede provocar una peligrosa dependencia tecnológica, afectando el desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía de los estudiantes.

Paola Alemán Valdivia, psicopedagoga especialista en Educación Especial e Inclusiva y docente señala que el uso indiscriminado de la IA puede reducir la capacidad de razonamiento lógico y análisis profundo, habilidades esenciales en el proceso formativo.

“El razonamiento se construye con esfuerzo, reflexión y elaboración propia. Si los estudiantes se limitan a copiar respuestas generadas por sistemas automatizados, se convierten en consumidores pasivos de información”, advierte.

Por su parte, Teresa Gutiérrez, docente de la UPDS y estratega en medios digitales con enfoque en inteligencia artificial, destaca la necesidad de formar usuarios conscientes y técnicamente preparados.

Desde su experiencia en el uso educativo y comunicacional de estas tecnologías, subraya que el enfoque ético es fundamental para evitar prácticas poco formativas, como el uso automático de respuestas sin reflexión. “Es necesario que los estudiantes aprendan el manejo de la Inteligencia Artificial y dominen su uso, siempre y cuando hayan comprendido primero el proceso práctico. Solo así podrán optimizar tiempos gracias a la automatización de tareas”, explica.

Gutiérrez también aclara que los asistentes basados en IA generativa, como los chatbots, deben ser utilizados como herramientas de apoyo, pero no como fuentes absolutas. “Los usuarios deben ser conscientes de que estas herramientas facilitan el trabajo, pero el resultado final no será correcto o adecuado si no verifican que la respuesta sea la esperada”, enfatiza.

Ante este panorama, Alemán sugiere que es importante el acompañamiento activo de las instituciones educativas para un uso adecuado de la Inteligencia Artificial en el aula, proponiendo capacitar a los estudiantes en competencias digitales responsables, fomentar habilidades metacognitivas y de autorregulación, diseñar actividades que combinen el uso de la tecnología con el desarrollo del pensamiento crítico, y promover la reflexión ética y la responsabilidad académica.

“El verdadero desafío no está en limitar el acceso a la tecnología, sino en acompañar a los estudiantes para que puedan usarla de forma crítica, autónoma y saludable”, concluye Alemán.

La Inteligencia Artificial, bien utilizada, puede convertirse en una aliada del aprendizaje significativo y el desarrollo integral. El reto está en educar para que su uso sea consciente, ético y formativo.