El venezolano Nicolás Maduro envió una carta al presidente estadounidense Donald Trump, proponiendo establecer un canal de diálogo directo para rebajar la tensión entre ambos gobiernos. La misiva surge pocos días después del primer ataque de fuerzas de EE. UU. contra un barco venezolano, que Washington acusa de transportar narcotraficantes, y en el que murieron 11 personas.

Maduro rechazó las acusaciones sobre el tráfico de drogas a través de Venezuela, asegurando que solo el 5 % de las drogas colombianas pasan por el país y que el 70 % de estas fueron neutralizadas por autoridades venezolanas. Propuso a Richard Grenell como enviado especial para facilitar la comunicación y contrarrestar lo que calificó de “fake news” sobre su país.

La respuesta de Washington ha incluido mensajes de advertencia en redes sociales y nuevas operaciones militares en el sur del Caribe, desplegando buques, submarinos y cazas F-35. Trump exigió la devolución de supuestos prisioneros y advirtió sobre un costo “incalculable” si Venezuela no coopera, intensificando la presión sobre el régimen.

Venezuela respondió con ejercicios militares de tres días en la isla La Orchila, con 2.500 efectivos, 12 naves, 22 aeronaves y demostraciones de misiles. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, calificó la situación como una “guerra no declarada”, mientras que Diosdado Cabello destacó la preparación del país para enfrentar cualquier invasión.

Especialistas internacionales señalan que la capacidad de combate de Venezuela está limitada por la crisis económica, y consideran que las maniobras tienen un carácter propagandístico. Aun así, la combinación de presión militar y diplomática mantiene la tensión alta, con riesgos de errores de cálculo por ambos lados y canales de comunicación aún abiertos.