El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, negó este viernes que su administración estuviera planificando ataques militares contra Venezuela, desmintiendo reportes publicados por el Miami Herald y The Wall Street Journal que señalaban presuntas operaciones inminentes para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.

A bordo del Air Force One, Trump fue categórico cuando un periodista le consultó sobre los supuestos planes de ataque contra objetivos militares venezolanos: “No son verdad”, afirmó.

La Casa Blanca también rechazó los informes, asegurando que la información se basaba en fuentes anónimas sin conocimiento de las decisiones oficiales. “Fuentes anónimas no saben de qué están hablando. Cualquier anuncio relacionado con la política hacia Venezuela provendría directamente del Presidente”, declaró la portavoz Anna Kelly a Fox News Digital.

Las publicaciones señalaban que Washington habría identificado objetivos dentro de Venezuela vinculados al narcotráfico, especialmente relacionados con el llamado “Cartel de los Soles”. Según los reportes, el despliegue militar en el Caribe respondería a una ofensiva contra esta organización, que funcionarios estadounidenses atribuyen a Nicolás Maduro, a quien acusan de liderarla.

Trump, sin embargo, reiteró que no había tomado una decisión final sobre eventuales operaciones, aunque en las últimas semanas había expresado su disposición a actuar militarmente contra Venezuela. Paralelamente, Estados Unidos incrementó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, acusándolo de narcotráfico.

Mientras tanto, el Ejército estadounidense ha intensificado operaciones contra embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas en la región, y el portaaviones USS Gerald R. Ford fue desplegado en el Caribe para reforzar la presencia militar. Analistas señalan que esta movilización ofrece al entonces presidente “opciones adicionales” en caso de que decidiera escalar presiones.

Desde Caracas, Maduro acusó a Trump de intentar “fabricar una nueva guerra eterna”, mientras senadores estadounidenses —tanto demócratas como republicanos— impulsaron una resolución para limitar acciones militares contra Venezuela sin autorización del Congreso.

La tensión marcó un nuevo capítulo en las ya frágiles relaciones entre Washington y Caracas, mientras crece la presión internacional sobre el gobierno venezolano.