¿Creías que alejar el celular era la solución?: el impulso de distracción migra de pantalla
Un estudio revela que alejar el teléfono ayuda poco si el problema está en el contenido y no en el dispositivo. La atención sigue siendo el bien más escaso en la era digital.
En oficinas, aulas y escritorios de estudio, una escena se repite cada vez con más frecuencia: el celular boca abajo, escondido bajo una libreta o incluso lanzado lejos, como un acto de rebeldía contra la distracción digital. Sin embargo, según un estudio reciente citado por New Scientist, este gesto puede no ser tan efectivo como se cree.
Maxi Heitmayer, investigador de la London School of Economics, observó que las personas revisan su teléfono cada cinco minutos en promedio. Frente a este hábito, parecería lógico alejar el dispositivo. Pero, ¿realmente mejora la concentración?
Para comprobarlo, Heitmayer estudió a 22 jóvenes adultos entre 22 y 31 años —universitarios y trabajadores de oficina— en dos sesiones de trabajo. En la primera, los participantes tenían el teléfono a mano. En la segunda, debían dejarlo a 1,5 metros de distancia.
El resultado: cuando el celular estaba cerca, los usuarios pasaban en promedio 23 minutos al día en ocio digital. Al alejarlo, ese tiempo se redujo a 16 minutos. Parecía un avance. Sin embargo, ese tiempo “recuperado” no se usó para trabajar más, sino que fue redirigido al computador: redes sociales, videos, noticias, entretenimiento. El impulso de distraerse seguía presente, solo que en otra pantalla.
No es el celular, es la actividad
“Heitmayer lo dejó claro: el problema no es el aparato, sino la compulsión al contenido”, explica la psicóloga Daantje Derks, de la Universidad Erasmus de Róterdam. Juegos, redes, videos y otras formas de entretenimiento en línea son los verdaderos imanes de atención.
Las personas no desarrollan una adicción al celular, sino a lo que hacen con él. Y aunque lo alejen o bloqueen, la necesidad de evadir persiste. Basta con otra pantalla para satisfacerla.
Repensar la productividad digital
El estudio plantea un desafío a las soluciones tradicionales para evitar distracciones: cronómetros, bloqueadores de apps, o dejar el celular en otra habitación. Si la mente sigue buscando una pausa digital, el contexto físico no es suficiente.
Se hace necesaria una estrategia más profunda: educación sobre el uso digital, rediseño de entornos laborales y herramientas que favorezcan la conciencia del tiempo online.
El verdadero desafío: la cultura de la atención
En una era hiperconectada, la atención se volvió un recurso frágil. La tentación de escapar unos minutos está a un clic de distancia, sin importar la pantalla.
El estudio de Heitmayer, aunque limitado en escala, revela un fenómeno extendido: la distracción digital no se apaga con el celular, se transforma. Por eso, más que luchar contra el dispositivo, es tiempo de reflexionar sobre nuestra relación con el contenido y la forma en que consumimos lo digital.
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