El fallido fichaje de Nico Williams por el FC Barcelona ha dejado un rastro de encuentros secretos, versiones cruzadas y una inesperada renovación con el Athletic Club. Lo que parecía una operación encaminada terminó por desmoronarse en cuestión de días, tras una serie de episodios que revelan tensiones, dudas y, sobre todo, desconfianza.

Todo comenzó el viernes 13 de junio, cuando Joan Laporta firmaba con entusiasmo un documento financiero para cerrar el fichaje del portero Joan García, mientras Deco, director deportivo del club, se reunía discretamente en un hotel barcelonés con Félix Tainta, agente de Nico Williams. Esta reunión, que el entorno del jugador negó públicamente, fue clave en el desarrollo posterior de la trama.

Una semana antes, el agente del jugador ya había mantenido una conversación con el Bayern de Múnich durante la Nations League, lo que dejaba claro que manejaba varias opciones. Aunque en la reunión con Deco se transmitió el deseo de Nico de vestir de azulgrana, nada quedó cerrado. El comportamiento posterior del agente, pidiendo nuevas garantías, sorprendió al Barça, que no esperaba cambios en las condiciones ya tratadas.

Mientras tanto, en una cena informal, Laporta explicó a un aficionado que la operación se había frenado porque el agente exigía una cláusula liberatoria tras el pago de 60 millones, algo que el club no estaba dispuesto a aceptar.

El desenlace llegó menos de 12 horas después: el Athletic anunciaba la renovación de Nico hasta 2035 con una cláusula de 100 millones de euros. En las oficinas del Barça, la decepción fue evidente, aunque algunos no ocultaron su preferencia por explorar la opción de Luis Díaz.

Esta corta pero intensa historia dejó más preguntas que respuestas. Para algunos, una maniobra del entorno de Nico para subir su valor; para otros, una muestra de fidelidad al Athletic. En cualquier caso, el fichaje se esfumó tan rápido como apareció.