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En Japón, un comentario sobre arroz le cuesta el cargo a un ministro

En Japón, un comentario sobre arroz le cuesta el cargo a un ministro

21 de Mayo de 2025 03:27 pm

La renuncia de Taku Eto refleja la sensibilidad cultural y política que rodea al alimento más esencial del país, en medio de una profunda crisis de abastecimiento

El arroz no es solo un alimento en Japón: es un símbolo cultural, político y económico. Por eso, una declaración desafortunada puede ser suficiente para provocar una crisis. Así ocurrió este miércoles, cuando el ministro de Agricultura, Taku Eto, presentó su renuncia tras afirmar públicamente que “nunca había tenido que comprar arroz” porque lo recibía como regalo de sus partidarios.

El comentario, emitido durante un seminario del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), generó indignación inmediata en una población que enfrenta precios récord del cereal, básico en la dieta japonesa. El arroz ha subido un 55% en los últimos dos años, y la frase de Eto fue vista como una desconexión inaceptable con la realidad de los ciudadanos.

“Fue un comentario extremadamente inapropiado en un momento en que los consumidores luchan contra los precios altos”, reconoció el exministro al anunciar su dimisión. Intentó matizar sus palabras aclarando que compraba arroz blanco y que solo recibía arroz integral como obsequio, pero el daño ya estaba hecho.

La salida de Eto marca la primera baja del gabinete del primer ministro Shigeru Ishiba, en el poder desde octubre. Pero la renuncia solo pone en evidencia un problema mayor: Japón atraviesa su peor crisis arrocera en décadas. A pesar de que el gobierno liberó 210.000 toneladas de sus reservas —una medida extraordinaria normalmente reservada para emergencias como el terremoto de 2011— los precios no se han estabilizado.

La situación tiene múltiples causas. Las olas de calor de 2023 redujeron drásticamente la cosecha, mientras que la amenaza constante de terremotos y tifones generó compras de pánico. A esto se suma el aumento en los costos de fertilizantes y energía, lo que ha encarecido la producción.

Pero hay un problema más grave: la distribución. Aunque el gobierno asegura que hay arroz suficiente en el sistema, los consumidores no lo encuentran fácilmente. Expertos señalan que el sistema de distribución, liberalizado en 1995, se ha vuelto tan opaco que resulta imposible rastrear el producto con precisión.

“El aumento en el precio del arroz no es temporal, sino estructural”, reconoció el propio primer ministro Ishiba, en una frase que sugiere que la crisis está lejos de resolverse.

La indignación ciudadana es palpable. “El arroz es el alimento básico para los japoneses. Cuando sus precios suben cada semana, la renuncia de Eto es solo natural”, opinó Shizuko Oshima, de 73 años, en declaraciones a la agencia AP.

Para intentar aplacar el descontento, Ishiba nombró como nuevo ministro de Agricultura a Shinjiro Koizumi, una figura popular y exministro de Medio Ambiente. Koizumi, hijo del ex primer ministro Junichiro Koizumi, asumió con una misión clara: estabilizar el precio del arroz.

“Me ordenaron poner el arroz por encima de todo. Haré todo lo posible para estabilizar los precios”, prometió Koizumi, quien además compartió que, como muchos ciudadanos, a veces alimenta a sus hijos con arroz instantáneo.

El nuevo ministro admitió que las medidas tomadas hasta ahora han sido ineficaces y prometió acelerar los esfuerzos para reformar una política arrocera históricamente orientada hacia los intereses de poderosas organizaciones agrícolas, y no hacia los consumidores.

La frase de Eto, aunque desafortunada, terminó revelando una profunda desconexión política con la realidad de millones de japoneses. Y dejó en claro que, en Japón, el arroz no solo se come: también se respeta.

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