La tensión geopolítica y la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China han reconfigurado el mercado global de la carne de vacuno. China no renovó las licencias de exportación de carne estadounidense en marzo, buscando rápidamente un nuevo socio comercial. El gran beneficiado de esta ruptura es Australia, que no solo se ha convertido en el principal exportador de ternera a China, sino que también ha incrementado sus envíos a su antiguo socio, Estados Unidos.

Este movimiento subraya la estrategia de China, el mayor importador mundial de productos agrícolas, de usar su posición para presionar a Estados Unidos. La interrupción del comercio de vacuno, que generaba alrededor de 120 millones de dólares mensuales, es ahora completa, cayendo a cero. Este hecho desmonta la retórica de la administración Trump sobre los aranceles como una medida totalmente beneficiosa, ya que provoca un reajuste que perjudica a los productores estadounidenses.

Australia se encuentra en una posición inmejorable, logrando una doble victoria al ser el primer proveedor de China y el segundo de Estados Unidos, solo detrás de Brasil. Sus exportaciones de vacuno han aumentado un 35% en la primera mitad del año, con un crecimiento del 65% hacia el mercado chino. Esta ventaja se debe en parte a que los aranceles estadounidenses a Australia son significativamente menores (10%) que los impuestos a Brasil (50%).

Mientras tanto, los precios internacionales de la carne de vacuno alcanzaron un máximo histórico en septiembre debido a varios factores, incluyendo la sequía en Estados Unidos. Las tensiones geopolíticas y los aranceles han presionado aún más estos precios. Tanto China como Estados Unidos ahora dependen principalmente de Australia y Brasil para satisfacer su demanda, demostrando cómo la geopolítica impacta directamente la cadena de suministro global de alimentos.