Representantes de Estados Unidos y China anunciaron este martes que lograron un acuerdo de principio sobre un “marco general” para resolver sus disputas comerciales. El anuncio se dio en el contexto de la cumbre bilateral que se desarrolla en Lancaster House, a pocos pasos del Palacio de Buckingham.

“Ambas partes han llegado a un acuerdo de principio sobre un marco general (...) y presentarán este marco general a sus respectivos líderes”, declaró Li Chenggang, representante comercial de China. La validación del acuerdo quedará ahora en manos de los presidentes Donald Trump y Xi Jinping.

El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, aseguró que este marco permitirá abordar preocupaciones clave de su país, en especial las restricciones impuestas por Beijing sobre la exportación de tierras raras, minerales esenciales para diversas industrias tecnológicas.

Las conversaciones, que continuarán el miércoles, fueron calificadas como “productivas” por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. El funcionario adelantó que debía regresar a Washington para declarar ante el Congreso, pero que sus colegas, Lutnick y el enviado comercial Jamieson Greer, seguirán negociando con la delegación china.

Por parte de China, la representación está encabezada por el viceprimer ministro He Lifeng, el ministro de Comercio Wang Wentao y el propio Li Chenggang. Desde Washington, se desplazaron Lutnick, Bessent y Greer, conformando el equipo negociador norteamericano.

Durante el desarrollo de esta nueva ronda de diálogos, el presidente Donald Trump afirmó desde la Casa Blanca: “Nos está yendo bien con China, aunque no es fácil”, sin ofrecer mayores detalles.

Desde la llegada de Trump al poder, las relaciones entre Washington y Beijing han estado marcadas por una guerra comercial que elevó significativamente los aranceles bilaterales. Un acuerdo alcanzado en Ginebra el mes pasado permitió reducir los aranceles estadounidenses sobre productos chinos del 145% al 30%, y las medidas de represalia chinas del 125% al 10% por 90 días, generando una tregua temporal.

Sin embargo, Trump acusó a China de haber “violado totalmente” ese acuerdo, reviviendo temores sobre una nueva escalada y un eventual impacto en la economía global. De ahí que esta nueva cumbre, así como una posible conversación directa entre los mandatarios, se volvió ineludible.

La agenda actual aborda temas sensibles como los semiconductores avanzados, el acceso a visas para estudiantes chinos en EE. UU. y el control sobre las exportaciones de tierras raras. China, principal productor global de estos minerales, insinuó que podría flexibilizar las restricciones impuestas en abril, lo que había generado preocupación entre las industrias tecnológicas y automotrices.

Desde EE. UU., se plantea la posibilidad de eliminar restricciones al acceso chino a tecnologías de semiconductores de punta, en el marco del esfuerzo por equilibrar la balanza comercial y restaurar relaciones diplomáticas.

El principal asesor económico de Trump, Kevin Hassett, expresó su esperanza en CNBC de un “apretón de manos grande y fuerte”, destacando que ya se acordó la liberación parcial de minerales esenciales y una rebaja en los aranceles, aunque a un ritmo considerado lento por algunas empresas.

Mientras tanto, los mercados financieros observan con cautela. “Los inversores están dispuestos a aferrarse a cualquier titular comercial positivo, ya que esto mantiene vivas las esperanzas de un repunte”, indicó Kathleen Brooks, directora de investigación de XTB.

Las exportaciones chinas hacia Estados Unidos cayeron un 35% en mayo, reflejando el daño provocado por las tensiones arancelarias. Trump insistió en la necesidad de “abrir China” a los productos estadounidenses, mientras Xi Jinping busca diversificar las alianzas comerciales con socios regionales como Japón y Corea del Sur.