En las profundidades de tu teléfono móvil, podrías encontrar una pequeña cantidad de tántalo, un metal esencial para el funcionamiento de dispositivos electrónicos.

Este mineral proviene en gran parte de la República Democrática del Congo (RDC), donde se extrae principalmente en áreas controladas por el grupo rebelde M23. A pesar de su tamaño minúsculo, el tántalo es crucial para los condensadores en la tecnología moderna.

El M23, un grupo armado que surgió en 2012, tiene como objetivo defender los derechos de la minoría tutsi, pero con el tiempo se ha expandido hacia la minería, controlando vastos territorios ricos en coltán, del que se extrae el tántalo.

En las últimas semanas, este grupo ha intensificado sus combates, con un asalto a la ciudad de Goma, un importante centro comercial y minero, y violaciones de derechos humanos, como masacres y violaciones a prisioneras.

La situación empeora debido a la implicación de actores externos, especialmente Ruanda, que se cree apoya al M23 con recursos y entrenamiento. La explotación de recursos minerales se realiza en condiciones informales e inseguras, con miles de trabajadores en minas a cielo abierto o subterráneas. La minería se ha convertido en una fuente crucial de financiación para el grupo rebelde.

Los expertos han señalado que, aunque existen sistemas como el ITSCI para rastrear el origen del coltán y evitar que financie conflictos, la trazabilidad sigue siendo un desafío. Se teme que el mineral extraído de las zonas controladas por el M23 llegue a las cadenas de suministro globales, alimentando tanto la tecnología moderna como el conflicto armado en la región.