La relación entre Donald Trump y Vladimir Putin, que comenzó con gestos amistosos y promesas de cooperación, ha entrado en una fase de tensión inesperada. Lo que parecía una alianza en ascenso, hoy se presenta como una colisión inevitable, según la prensa rusa.

El tabloide Moskovsky Komsomolets ilustró la situación como un choque frontal entre dos locomotoras sin freno: una representa la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, y la otra, la creciente presión de la Casa Blanca para ponerle fin. En cuestión de meses, Trump pasó de apoyar a Moscú en foros internacionales a lanzar ultimátums, aplicar sanciones adicionales e incluso reubicar submarinos nucleares cerca del territorio ruso.

Al principio, el panorama era distinto. En febrero, Washington sorprendió al alinearse con Moscú en la ONU, oponiéndose a una resolución europea que condenaba la ofensiva en Ucrania. También hubo señales de acercamiento bilateral, como conversaciones telefónicas entre ambos líderes y planes para visitas recíprocas. La crítica a la OTAN y a gobiernos europeos por parte de funcionarios de Trump era celebrada abiertamente por medios y analistas rusos.

El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, se convirtió en figura frecuente en Moscú, visitando al presidente ruso en al menos cuatro ocasiones. Incluso recibió un retrato de Trump de parte de Putin, gesto que conmovió al mandatario estadounidense. Sin embargo, detrás de los símbolos diplomáticos, Trump exigía algo concreto: un cese de hostilidades total e incondicional en Ucrania, algo que Putin no estaba dispuesto a aceptar.

Desde entonces, las tensiones escalaron. Washington endureció su postura hacia Rusia y sus aliados comerciales, como India y China. Las amenazas de sanciones económicas y represalias militares pusieron fin a la breve luna de miel diplomática. A pesar de estos roces, la reciente visita de Witkoff a Moscú deja abierta la posibilidad de que aún se esté buscando un canal de negociación.

Por ahora, la distancia entre ambos líderes parece mayor que nunca, y el riesgo de una confrontación indirecta por el conflicto en Ucrania no puede descartarse.