Apenas tiene 14 años, pero Egoitz Bijueska ya ha inscrito su nombre en la historia del skate mundial tras consagrarse campeón de la Copa del Mundo celebrada en Ostia, Roma. Su hazaña, que sería extraordinaria en cualquier contexto, cobra aún más valor por haberse forjado en España, un país sin infraestructura de alto nivel para este deporte.

El joven bilbaíno entrena en skateparks que poco tienen que ver con los estándares olímpicos o mundiales, y aun así ha demostrado que la pasión, la constancia y el talento pueden derribar cualquier barrera. Con apenas siete años se enamoró del skate y, pese a las dudas iniciales de sus padres y del entorno local, decidió seguir. Hoy, tras años de sacrificio familiar y formación intensiva, es considerado una de las grandes promesas del skate internacional.

Egoitz estudia online, entrena por videollamada con un técnico australiano y ha sido fichado por 'Monster Army', una distinción que pocos europeos ostentan. Su evolución lo ha llevado a ejecutar trucos como el legendario 900 —completado por solo 12 personas— en apenas dos días, cuando su creador, Tony Hawk, tardó 10 años en lograrlo.

La vida de Egoitz también transcurre con la naturalidad de un niño que aún comparte bromas y meriendas con su pandilla en Bilbao. Su entorno lo cuida, su familia lo respalda y él, con una madurez poco común para su edad, sigue soñando en grande. Próximamente, se trasladará a California durante tres meses para entrenar en pistas profesionales junto a otros jóvenes talentos.

A pesar de su corta edad, Egoitz ya desafía los límites del skate. En las semifinales del Mundial igualó la mejor puntuación registrada en la historia del torneo: 95,83. El destino lo empuja hacia lo más alto, y él responde con valentía, humildad y talento. Nadie sabe hasta dónde llegará, pero todos coinciden en que no tiene techo.