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Nuevos estudios revelan que el entorno y el ritmo al caminar influyen en la mente y el cuerpo

Nuevos estudios revelan que el entorno y el ritmo al caminar influyen en la mente y el cuerpo

29 de Mayo de 2025 07:52 pm

Un paseo puede ser mucho más que ejercicio físico: el paisaje, los olores y hasta el ritmo impactan en la memoria, el estado de ánimo y el sistema inmune, según investigaciones citadas por New Scientist.

Caminar ha sido, desde siempre, una actividad recomendada para cuidar la salud física y mental. Pero recientes estudios científicos demuestran que no todos los paseos son iguales: factores como el tipo de paisaje, la velocidad al andar y los estímulos sensoriales pueden marcar una diferencia notable en los beneficios que la caminata ofrece al organismo.

De acuerdo con información publicada por la revista New Scientist, el entorno y el ritmo influyen directamente en funciones cognitivas, la regulación emocional y el equilibrio corporal. Incluso los olores del ambiente y la variedad del terreno tienen un rol clave.

La ruta importa: caminar en la naturaleza activa el cerebro

Más allá de los conocidos beneficios cardiovasculares, caminar en ciertos entornos puede generar mejoras medibles en la presión arterial, el estado de ánimo y la memoria. El ritmo constante de la caminata activa ondas cerebrales theta, relacionadas con procesos de aprendizaje y relajación. Al mismo tiempo, la llamada “teoría de la restauración de la atención” plantea que el contacto con la naturaleza libera al cerebro de las tareas cognitivas intensas, promoviendo un estado mental más calmo y saludable.

El poder de los aromas naturales

La ciencia también ha comenzado a explorar el impacto del olfato en la salud. Los árboles, por ejemplo, emiten compuestos como el α- y β-pinene, presentes en especies como el pino o el abeto, los cuales disminuyen el estrés, bajan la presión arterial y refuerzan el sistema inmunológico.

Michael Leon, neurobiólogo de la Universidad de California en Irvine, ha demostrado que la exposición diaria a una diversidad de olores —al menos 40 diferentes— puede mejorar síntomas de la demencia y fortalecer áreas cerebrales relacionadas con la memoria.

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Aire marino: nutrientes que se respiran

El tradicional consejo de “tomar aire marino” ahora tiene sustento científico. Investigadores han detectado que el aire costero contiene moléculas beneficiosas que pueden activar genes relacionados con la defensa celular, e incluso se ha propuesto la existencia de “aeronutrientes”: compuestos como el yodo o ciertas vitaminas que podrían ser absorbidos al inhalarlos. En zonas ricas en algas, como algunas regiones costeras, se ha encontrado que niños expuestos al ambiente marino tienen niveles más altos de yodo, sin necesidad de suplementos orales.

paisajes que sanan: entre sabanas, praderas y acantilados

Estudios recientes sugieren que los paisajes con complejidad visual media —como sabanas abiertas con árboles dispersos— generan ondas cerebrales alfa y beta, asociadas con la calma y la atención sostenida. Por otro lado, caminar por acantilados o terrenos irregulares ofrece un tipo de entrenamiento natural por intervalos, beneficioso para el control de la diabetes tipo 2 y el fortalecimiento muscular.

Ciudades también pueden sanar… si el entorno lo permite

Incluso en entornos urbanos, caminar tiene efectos positivos. Una investigación liderada por Ulrika Stigsdotter, de la Universidad de Copenhague, comparó paseos en jardines botánicos y calles céntricas. Ambos tipos de recorridos mostraron mejoras en la salud mental, aunque los naturales tuvieron una ligera ventaja. La clave, señala, está en la calidad del entorno: una calle con arquitectura atractiva o historia cultural puede ser tan restauradora como un parque, siempre que no esté sobrecargada de ruido o multitudes.

¿Cuánto tiempo hay que caminar para sentir los beneficios?

Buenas noticias para quienes disponen de poco tiempo: bastan 20 minutos en un entorno verde para reducir el cortisol, la hormona del estrés. Sin embargo, las caminatas largas parecen tener efectos más duraderos. Investigadores en Japón comprobaron que una caminata en el bosque de seis horas, distribuida en tres días, aumentó la inmunidad y redujo el estrés por al menos una semana. Además, se activa un “estado de flujo” similar al de la meditación, donde la mente se desconecta de la planificación y se sumerge en el presente.

En conclusión, caminar sigue siendo un ejercicio poderoso, pero elegir bien la ruta y prestar atención a los estímulos del entorno puede potenciar sus beneficios de forma sorprendente.

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