En la comunidad de Palmarito de la Frontera, en la Chiquitanía, mujeres como Agustina Mancari y Victoria Yopié se enfrentan al fuego y a la crisis climática para seguir recolectando la almendra chiquitana, un recurso vital para sus familias.

A pesar de que los incendios están cada vez más cerca, estas recolectoras continúan preservando el bosque seco chiquitano, que es tanto su hogar como su fuente de sustento.

La almendra chiquitana, un superalimento con gran valor ecológico y económico, no solo genera ingresos, sino que empodera a las mujeres indígenas de la región.

Su recolección, impulsada inicialmente por la Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano, ha crecido hasta convertirse en una cadena productiva esencial que beneficia a más de 500 familias en la Chiquitanía.

Enfrentando la amenaza constante de incendios forestales, las mujeres recolectoras siguen cuidando y aprovechando el bosque de manera sostenible.

Con herramientas como las despicadoras, mejoran su trabajo y contribuyen significativamente a la economía familiar.

Sin embargo, el peligro del fuego, que ya ha arrasado miles de hectáreas, representa un desafío urgente para ellas y su modo de vida.

Estas mujeres no solo protegen los árboles de almendra que sostienen a sus comunidades, sino que también aseguran el futuro de uno de los ecosistemas más biodiversos de Bolivia.

Su compromiso con la conservación y su lucha contra los incendios forestales son ejemplos de resistencia y adaptación en medio de la crisis climática.