En un controvertido acto celebrado el martes 7 de enero en el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro distribuyó rifles de asalto Kalashnikov de fabricación rusa a miembros de la "Milicia Bolivariana", un grupo civil adscrito a la Fuerza Armada pero sin formación militar. Este gesto fue presentado como una muestra de "lealtad" al mandatario, quien planea autoproclamarse presidente por un tercer mandato el próximo 10 de enero.

La entrega de armas ocurre en un contexto de creciente tensión política, mientras la líder opositora María Corina Machado llama a movilizaciones masivas para "recuperar" el triunfo de Edmundo González Urrutia en las elecciones del pasado 28 de febrero. González, actualmente en el exilio, asegura que regresará al país para asumir la presidencia, pese a las acusaciones de fraude electoral que favorecieron a Maduro.

Además, el clima de represión se intensifica. Este mismo martes, Rafael Tudares, yerno de González, fue arrestado frente a sus dos hijos mientras los llevaba al colegio, en lo que opositores denuncian como un acto de hostigamiento político.

Paralelamente, los llamados "colectivos" chavistas han intensificado su presencia en las principales ciudades del país, y Diosdado Cabello, ministro de Interior, advirtió que el gobierno no tolerará manifestaciones en su contra, prometiendo "mano dura" a quienes desafíen el régimen.

Esta entrega de armamento y las acciones represivas reflejan un clima de incertidumbre y tensión que marca los días previos a la toma de posesión de Maduro, en un país profundamente dividido.